viernes, 3 de octubre de 2008

No todo lo que brilla es oro, más tú, allá y acá, sí lo eres.

En el camino uno se va topando mucha gente diversa. Amores, amistades, guías para bien o para mal. Influencias de toda clase, religión y condición. Que llegaron a toparse en mi camino por alguna razón.

La reacción ante el primer encuentro con una persona es muy interesante, pero no determinante. Cuanto más grande es el impacto de este encuentro es más posible que una imagen instantánea quede registrada en la biblioteca del recuerdo. Sin embargo, hay aquellas personas, que sin darnos cuenta, nos acompañan desde hace años. Llegaron a nuestras vidas como una brisa fresca. Sin ton ni son, de nuestros momentos más íntimos se hicieron cómplices. Se ganaron la confianza de nuestros secretos a través de la compañía silenciosa. Estas personas son las indispensables, las que no necesitaron llamar la atención para robarse mi corazón. Y con las cuales crezco sin necesidad de golpes ni intensidades volubles.

No puedo negar que después de convivir un tiempo con una personita de impacto inmediato, la vida cambia vertiginosamente. Si, es así, y esto es bueno, es muy bueno, pues se va perfeccionando la ruta. Pero…. Al igual que las sustancias mágicas que el mundo te ofrece, esas personas marcan el momento del cambio pero no son parte del cambio, es decir; La vida las pone ahí para decirnos algo , y una vez entendido el mensaje es momento de ponerse la mochila al hombro y seguir caminando.

Si me quedo contigo mensajera, pronto olvidaré el importante mensaje que me trajiste. Es hora de buscar a aquella que siempre a estado ahí, acompañándome desde hace años, ella, que aunque la distancia en el mapa la aleja de mi lado, nunca la he sentido tan cerca de mí.

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